SABERSE PRESENTAR
Hoy en día es muy difícil encontrar un trabajo bien remunerado y con buenas condiciones laborales. Mucha demanda y poca oferta son el pan de cada día, para los trabajos mejor situados o más requeridos. La gente joven sale de las universidades e intenta buscar trabajos acordes a sus recientes estudios, pero las ofertas son escasas, o las condiciones precarias. Es por eso por lo que cuando tenemos la oportunidad de presentarnos en una buena oferta de empleo, vamos a tener que batallar con muchísima gente y vamos a tener que destacar de una manera u otra. A veces incluso deberemos omitir cierta información personal o incluso podemos llegar a mentir, para no ser descartados. Lo que, si debemos hacer, es resaltar las aptitudes y rasgos que tengamos, y que creamos que pueden ser beneficiosos para el resultado de la elección. Por ejemplo, es importante mostrarse motivado, con pasión y entusiasmo. Estas cualidades se valoran muy positivamente.
Hoy en día ya no basta con tener un perfil coherente con el trabajo ofrecido, debemos agradar, convencer y generar empatía con la persona que va a contratar. De aquí la importancia de una buena carta de presentación y una buena imagen.
Podríamos decir que es lamentable que nuestra imagen sea tan importante a la hora de conseguir un trabajo, pero todos somos conscientes del poder de la imagen, porque vivimos en una sociedad visual, donde los mayores estímulos nos vienen a través de los ojos, pues no debemos olvidarnos de nuestra propia apariencia que puede provocar un plus o un contra importante en la elección. Eso sí, una cosa es la imagen: como nos vestimos, nos peinamos, incluso caminamos o hablamos, y otra, que no es razonable a la hora de presentarse, es que se valore el físico de la persona. Esto no es aceptable.